Todo comenzó hace ya bastantes años a partir de una admiración especial por un mundo desconocido y sugerente, atraído al tiempo por él; el esparto. Han sido muchas labores, múltiples encuentros, búsquedas y relaciones con "mundos lejanos" que aún perviven en el presente.
esparte ha estado ahí y por ello trata de vincular de algún modo la tradición con el presente. Intenta, si cabe, acercar la dimensión estética actual al uso cotidiano y doméstico de piezas y labores de esparto que se utilizaban antiguamente. A ellos-as quizás les pasase desapercibido pero sin duda era artesanía viva. Que este recuerdo hacia nuestros antepasados sea cálido, que nos permita comprender mejor su vida.
esparte nació con el propósito de traer a la memoria un sinfín de quehaceres y recuerdos que se han ido quedando en silencio colgados del tiempo. La persona que entra en "esparte" se va sumergiendo lentamente en costumbres, ambientes, tradiciones y situaciones ya muy olvidadas que, sin embargo, laten en el inconsciente personal y colectivo. Son formas, olores, colores, texturas, incluso palabras que nos sugieren y nos llevan a personas, trabajos, esfuerzos, vidas... Esparteñas, capazos, paneras, barjas, baleos, barzuelas, "bombonas" (garrafas), queseras, serones, meloneros, apartadores, jarpiles, costales, capuzos, capazas, marguales (soplillos), cofines, tizneros, sarrias, sarrietas, cahuleros, cernachos, cachuchos, alfombras... son iconos de una vida remota casi imposible de comprender.
Otro ámbito de esparte es despertar el gusto por la artesanía. El tejido del esparto es un "arte sano". Y una vez seducida la persona vamos caminando de la pasividad a la actividad, vamos dejando de ser consumidores para convertirnos en productores de lo nuestro, de nuestros utensilios. Estos ya no llegan de lejos sino de muy cerca, de nuestras propias manos. El mismo ritmo de ir tejiendo nos devuelve al ritmo de la vida serena; nos desacelera y nos hace estar cada vez más presentes en una cadencia interminable de ires y venires con la mano guiando, acariciando. Esta presencia es garantía de creación porque, si escuchamos el propio ritmo de la labor (como decía el maestro Antonio "el de Capel"), la labor siempre nos habla; bueno es escucharla...